La experiencia no siempre es un grado

Esta semana pretendía hacer infinidad de galletas, colgar sus recetas detalladas en el blog y que todos las pudiéseis saborear no tan sólo mirar...
Pero la suerte es caprichosa, y el viernes, intentando rescatar una receta de galletas francesa me equivoqué con el tipo de chocolate que requerían y acabé cocinando una masa incomible que sigue guardada en el armario hasta que no me de tanta pena deshacerme de ella.
Hoy le ha tocado el turno a una receta inglesa de cookies, que aunque he empezado con buen pie he terminado desvirtuando tanto (por miedo a que quedaran incomibles), en cuanto a cantidades y tiempos, que sería incapaz de reproducirla...
De hecho hasta me ha costado cogerle el punto al horneado, de ahí los distintos tipos de bronceado de las distintas hornadas.
Éstas últimas sin embargo, están más que deliciosas. Así que os comento lo que llevan por si os aventuráis a crear una nueva modalidad y yo prometo ser más rigurosa la próxima vez (si los instrumentos lo permiten) y poner la receta en condiciones:


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Cookies de avena:
- Harina integral
- Copos de avena
- Levadura química y bicarbonato sódico
- Lacasitos y chocolate negro para fundir
-Azúcar moreno y moscovado
- 1 huevo
- Margarina


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Y he sacado una reflexión de todo esto (a parte de esas hornadas), ya que aunque la mayoría afirme que la experiencia es un grado, después de las experiencias culinarias de esta semana no sabría decir si ese grado suma o resta, porque en ocasiones las experiencias fallidas no sólo no cuentan sino que descuentan, y la desmotivación o la inseguridad generada que puede causarnos ante futuros retos (en este caso culinarios), quizás sea aún peor que el hecho de no haber vivido una experiencia previa (y esto es aplicable a muchos aspectos de nuestra vida, no solo a las galletas).

Que tengáis un buen fin de semana!